JOSE EMILIO

“La vida es un reto: vívela, siente, ama, ríe, llora, juega, gana, pierde, tropieza… 
pero siempre levántate y sigue”


“El tiempo es la  sustancia de que estoy  hecho. 

El tiempo es un  río que me arrebata,  pero  yo soy el  río; 

 es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre; 

es un fuego  que me consume, pero  yo soy el fuego”


Jorge Luis Borges


José Emilio nació en O Carballiño (Ourense) un 12 de Marzo de 1963. El tercero de siete hermanos... el mayor de los chicos: un modelo para los demás, un espejo en donde mirarse.

Precoz para empezar a trabajar... con 15 años ya apuntaba maneras para garantizar el relevo a su padre, Emilio como él, en la empresa constructora familiar. Empezar a trabajar suponía autonomía, intependencia... moto... novia...

El 21 de Octubre de 1979, cuando regresaba en moto de visitar a su novia Milagros desde Feás, un pueblo cercano, sobrevino un fatal accidente  por la Nacional 541. Tenía apenas 16 años… pero ello  no ha evitado el convertirle en una estadística más de las 5194 víctimas mortales anónimas de aquel año en nuestras carreteras.
Impresionante la foto del cortejo, a hombros de sus amigos adolescentes, por las calles de O Carballiño.

No tuvo culpa alguna… era un día de niebla, Día del Domund, y un coche sin control se le vino encima…  

Pero José Emilio es mucho más que una estadísitica: para sus profesores fue un estudiante esforzado, para sus padres un hijo responsable y trabajador; lo mismo, para sus hermanos, o sus  amigos: es/era alguien con quien contar incondicionalmente... para quien mejor le conocía, para su novia Milagros, se trataba de la persona más dulce, vital y elegante del mundo…

Dejar los estudios (para poder ayudar en la empresa de construcción familiar) le supuso poder contar con ingresos que le permitieran no sólo comprarse aquella montesa enduro roja de 75 cc. sino también dar la propina a sus hermanos menores, internos en el Seminario Salesiano en Cambados, a quienes visitaba de vez en cuando.

Para sus hermanos pequeños representaba la madurez. Yo tenía 13 años cuando me tocó encajar aquella desgarradora noticia y ha pasado mucho tiempo sin que alguno de sus gestos y actitudes sigan viviendo… en mí y en mis cuatro hermanos… y deseo que ello siga siendo así mientras su memoria perdura.

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