domingo, 20 de diciembre de 2015

VIVIR ES UN ARTE: MORIR, UN SIMPLE TRÁMITE

Nunca imaginé que promover un recuerdo público de una persona a la que quieres iba a suscitar una respuesta tan encontrada entre tu misma familia.

 

Me refiero a recordar públicamente a una madre fallecida a través de un blog como éste, al que se pueda acceder a través de un código QR adherido a su lápida. Alguno de mis hermanos no comparten mi forma de percibir, comprender e interactuar... tal vez porque ellos no estén tan familiarizados como yo con lo efímero de la vida y el trámite de la muerte. Trabajo en una residencia de personas mayores desde el año 1994 y me encargo de elaborar historias de vida que permitan diseñar sus correspondientes proyectos vitales que contribuyan a dar sentido a sus vidas y también, cuando llega el caso -que siempre es así- de sus muertes: sus familias siempre tienen palabras de agradecimiento por este importante esfuerzo de síntesis.

 

Hace años pensé en sugerir la instalación de ordenadores en los camposantos en donde poder consultar datos de las personas que allí reposasen... pero convine en que ello resultaba poco eficiente. La solución de instalar códigos QR no se me ocurrió a mí sólo, pero me pareció una excelente idea.  

 
 https://www.youtube.com/watch?time_continue=3&v=8_Nyy-wkZQQ

Repasar la vida de la persona a la que visitas en un cementerio es conectarte con ellas... y sentirlas en vida. Es verdad que no hace falta trasladarse físicamente hasta allí, pero forma parte de nuestra cultura el hacerlo así. Mis convicciones religiosas me dicen que en la sepultura ya no está la persona: sólo los restos de lo que fue su cuerpo. Su alma inmortal, su energía, vive en quienes la recuerden... de ahí que "la mayor distancia sea el olvido".

 

Si a alguna persona le desagrada revivir la vida de los que le precedieron, sin duda puede deberse a no haber elaborado adecuadamente el duelo... pero ello no es el objetivo de esta publicación. Comprendo que recordar a Miguel Delibes, por ejemplo, sea algo gozoso para todo el mundo... salvo en algún momento para sus hijos e hijas al echar de menos al padre. Mi madre falleció a los 65 años y sus libros habrán de rubricarlos sus hijos o sus nietos: no veo nada de triste en ello.

 

Este blog sólo pretende servir de sencillo homenaje de un hijo, un hermano, un amigo, un compañero... hacia aquellas personas que han contribuido a que haya acabado siendo el resultado de muchos influjos y gratitudes.

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